martes, 29 de mayo de 2007

·Suspirando a Calíope



•Habló la noche sobre ese loco cobarde, el que rondaba tejados quemando cigarros. El que nunca volvió, de todo escapaba y sus huellas no eran otra cosa que polvo removido, que le había escuchado andar bajo tierra de otra Luna menguante. Lloraba entre cartones, escribía en su almohada y le hablaba a las paredes, testimonio marchito de una dulce tristeza. Qué lejos llegaban las sombras cuantas más horas castigaba su sueño con agonía en vigilia. Aquel marinero no hallaba su puerto, no hubo manos de seda que calmaran su aliento bajo uñas pintadas en rugiente escarlata. Cuántos faros apagaron sus párpados trenzando en salitre acordes pausados, arrastrando sus pies sobre madera mojada, destilando desdicha a la calma del agua. Lloraba los mares a su brújula sin norte, anduvo cien años tras los pasos del viento, y no llegó ella, de mil playas doradas palpó el horizonte, dicen que alcanzó el brillo del Sol y se fundió con el alba. Ya no se escuchan historias de hombres de mar, de amor engullido por salinas arenas, ya ninguna gaviota recuerda el castigo en deriva de aquel enamorado poeta, no hay navío tan noble como el corazón de aquel hombre, bebía los mares para errar siempre solo. Recordaban su nombre en las calles oscuras, apagaba farolas el rumor de su historia, aquel hijo de la nada murió de silencio, y nadie acudió a socorrer su lamento, caminaba en rojo tardío senderos de piedras deletreándose orillas, su camino era eterno, su meta siempre infinita. Su alma un desierto, su corazón un jardín, en ramos de rosas teñía el tormento, volvía a buscarla para coronar sus veladas, pero extensa su playa, a sus ojos dibujada vacía, concebía las noches para matarlas al día. Su verso sediento no halló nunca la rima, la esperanza, difuminada en la merma perpetua le hizo desquiciar de añoranza, se hizo a altamar en una vieja barca de plata, la buscó entre las nubes removiendo arrecifes. Apresado en la marea voraz de occidente, se adentró en el olvido, entonaba el recuerdo en el cantar de sirena, el coral fue su lecho y el desamor, en esta prosa balada y de su último llanto, condena.


3 comentarios:

Eva dijo...

doncs si, també epr aquí, des de setembre del 2004 :P

Wendy dijo...

Y dicen que las historias más asombrosas todavía no se han descubierto, y que si algun día las encuentras no leas su contenido al viento...

Dicen que él se encarga,
de llenar de celos...
a todos los que no alcanzan
a rozar sus dedos.

Dime quien logro colgarle el mar de las pestañas...

Un besazo!

Judit dijo...

precioso texto..y bonitas fotos!
un saludo desde mi rincón